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do texto ao site cubano:
www.cubahora.cu
Muchas gracias compareños
INFORME
CENTRAL AL VI CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Compañeras y compañeros:
Iniciamos esta tarde las sesiones del VI Congreso del Partido
Comunista de Cuba en una fecha trascendental de nuestra historia, el 50
aniversario de la proclamación del carácter socialista de la Revolución por
parte de su Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, el 16 de abril de 1961 al
despedir a los caídos en los bombardeos a las bases aéreas el día anterior,
como preludio de la invasión mercenaria por Playa Girón, organizada y
financiada por el gobierno de Estados Unidos, que formaba parte de sus planes para
destruir la Revolución y restablecer, con el concierto de la Organización de
Estados Americanos (OEA), el dominio sobre Cuba.
Fidel decía entonces al pueblo armado y enardecido: “Eso es lo que
no pueden perdonarnos [...] que hayamos hecho una Revolución socialista en las
propias narices de Estados Unidos [...] Compañeros obreros y campesinos, esta
es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y
para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para
los humildes, estamos dispuestos a dar la vida”. Fin de la cita.
La respuesta a ese llamado no se
hizo esperar y en el enfrentamiento a la agresión varias horas después, los
combatientes del Ejército Rebelde, policías y milicianos derramaron, por vez
primera, su sangre en defensa del socialismo y alcanzaron la victoria antes de
72 horas, bajo la conducción del propio compañero Fidel.
La Revista Militar que presenciamos en la mañana de hoy, dedicada
a las jóvenes generaciones y particularmente la vibrante marcha del pueblo a
continuación, son una prueba elocuente de las fuerzas de que dispone la
Revolución para seguir el ejemplo de los heroicos combatientes de Playa Girón.
De la misma forma haremos en ocasión del Día Internacional de los
Trabajadores, el próximo primero de mayo, a lo largo y ancho del país, para
patentizar la unidad de los cubanos en defensa de su independencia y soberanía
nacional, conceptos que la historia ha probado que sólo es posible conquistar
con el socialismo.
Este Congreso, como órgano supremo de la organización partidista,
según se establece en el artículo 20 de sus Estatutos, que reúne hoy a mil
delegados en representación de cerca de 800 mil militantes agrupados en más de
61 mil núcleos, en la práctica comenzó el 9 de noviembre del pasado año, cuando
fue presentado el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social
del Partido y la Revolución, cuestión que, como ya se ha indicado, constituye
el tema principal del evento, en el cual están cifradas grandes expectativas del
pueblo.
A partir de entonces se celebraron numerosos seminarios que
sirvieron al propósito de esclarecer y profundizar en el contenido de los
Lineamientos y de ese modo preparar adecuadamente a los cuadros y funcionarios,
que a su vez encabezarían el proceso de discusión con la militancia, las
organizaciones de masas y la población en general.
Durante tres meses, del primero de diciembre del 2010 al 28 de
febrero del presente año, se desarrolló el debate, en el cual participaron 8
millones 913 mil 838 personas en más de 163 mil reuniones efectuadas en el seno
de las diferentes organizaciones, registrándose una cifra superior a tres
millones de intervenciones. Cabe aclarar que en el conjunto de participantes se
incluyen, sin haberse definido con exactitud, decenas de miles de militantes
del Partido y la UJC, que asistieron tanto a las reuniones de sus núcleos o
comités de base como a las celebradas en los centros de trabajo o estudio y
además en las comunidades donde residen. Es también el caso de quienes no militan
y participaron en sus colectivos de trabajo y posteriormente en los respectivos
barrios.
La propia Asamblea Nacional del Poder Popular dedicó casi dos
jornadas completas en su última sesión ordinaria, el pasado diciembre, a
analizar entre los diputados el proyecto de Lineamientos.
Este proceso puso de manifiesto la capacidad del Partido para
conducir un diálogo serio y transparente con la población sobre cualquier asunto, por sensible que
éste fuera, máxime cuando se trata de ir forjando un consenso nacional acerca
de los rasgos que deberán caracterizar al Modelo Económico y Social del país.
Al propio
tiempo, los resultados del debate, por los datos recopilados, constituyen un
formidable instrumento de trabajo, para la dirección del Gobierno y el Partido
a todos los niveles, así como una suerte de referéndum popular respecto a la
profundidad, alcance y ritmo de los cambios que debemos introducir.
En un verdadero y amplio ejercicio democrático, el pueblo
manifestó libremente sus opiniones, esclareció dudas, propuso modificaciones,
expresó sus insatisfacciones y discrepancias y también sugirió abordar la
solución de otros problemas no contenidos en el documento.
Una vez más se pusieron a prueba la confianza y unidad mayoritaria
de los cubanos en torno al Partido y la Revolución, unidad que no niega
diferencias de opiniones, sino que se fortalece y consolida con ellas. Todos
los planteamientos, sin exclusión alguna, fueron incorporados al análisis, lo
que permitió enriquecer el proyecto que se somete a la consideración de lós delegados
al Congreso.
No sería infundado expresar que, en su esencia, el Congreso ya se
celebró en medio de ese magnífico debate con la población. A los delegados nos
quedaría en estas sesiones realizar la discusión final del proyecto y la
elección de los órganos superiores de dirección partidista.
La Comisión de Política Económica del VI Congreso del Partido,
encargada primero de la elaboración del proyecto de Lineamientos, fue
responsabilizada después con la organización del proceso de su debate y trabajó
en las cinco direcciones principales siguientes:
1. La reformulación de los
Lineamientos teniendo en cuenta las opiniones recogidas.
2. Organización, orientación y
control de su instrumentación.
3. La preparación minuciosa de los
cuadros y otros participantes para la implementación de algunas de las medidas
ya en ejecución en estos momentos.
4. Supervisión sistemática a los
organismos y entidades encargados de poner en práctica las decisiones derivadas
de los Lineamientos y evaluación de sus resultados.
5. Conducción de la divulgación a la
población.
En
cumplimiento de lo anterior, se reformuló el proyecto de Lineamientos, el cual
fue sometido a análisis, los días 19 y 20 de marzo, en sendas sesiones del Buró
Político y el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, con la participación
del Secretariado del Comité Central del Partido, los cuadros centro de la
Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y demás organizaciones de masas y de la
Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), resultando aprobado en esa instancia,
también en calidad de proyecto, que se distribuyó a ustedes para su examen
durante tres días en el seno de cada una de las delegaciones provinciales al
Congreso, con la intervención activa de los invitados y que será debatido en
las cinco comisiones de este evento partidista para su aprobación.
A continuación brindaré algunos datos para ilustrar al pueblo
sobre los resultados de la discusión de los Lineamientos, aunque posteriormente
se publicará una información detallada.
El documento original contenía 291
lineamientos, de los cuales 16 fueron integrados en otros, 94 mantuvieron su
redacción, en 181 se modificó su contenido y se incorporaron 36 nuevos,
resultando un total de 311 en el actual proyecto.
Estos números, en simple aritmética, constatan la calidad de la
consulta, donde en mayor o menor medida, algo más de dos tercios de los
lineamientos, exactamente el 68%, fueron reformulados.
Este proceso se rigió por el principio de no hacer depender la
validez de una propuesta de la cantidad de opiniones vertidas. Muestra de ello
es que varios de los lineamientos fueron modificados o suprimidos, partiendo
del planteamiento de una sola persona o un número reducido de ellas.
Asimismo, es necesario explicar que algunos pronunciamientos no se
ven reflejados en esta etapa, ya sea porque se requiere profundizar en la
temática, al no disponerse de las condiciones requeridas o en otros casos, por
entrar en abierta contradicción con la esencia del socialismo, como por
ejemplo, 45 proposiciones que abogaron por permitir la concentración de la
propiedad.
Quiero con esto exponer que, aunque como tendencia existió en
general comprensión y apoyo al contenido de los lineamientos, no hubo
unanimidad ni mucho menos y eso era precisamente lo que necesitábamos, si de
verdad pretendíamos una consulta democrática y seria con el pueblo.
Por lo anterior, podemos calificar con total seguridad a los
lineamientos como la expresión de la voluntad del pueblo contenida en la
política del Partido, el Gobierno y el Estado, de actualizar el Modelo
Económico y Social con el objetivo de garantizar la continuidad e
irreversibilidad del socialismo, así como el desarrollo económico del país y la
elevación del nivel de vida, conjugados con la necesaria formación de valores
éticos y políticos de nuestros ciudadanos.
Como era de esperar, en la discusión de los Lineamientos, la mayor
cantidad de proposiciones se concentró en el capítulo SEXTO “Política Social” y
el capítulo SEGUNDO “Políticas macroeconómicas”, sumando ambos el 50.9% del
total. Les siguieron, en orden descendente, los capítulos ONCENO “Políticas
para las Construcciones, Viviendas y Recursos Hidráulicos”, el DÉCIMO “Política
para el Transporte” y el capítulo PRIMERO “Modelo de Gestión Económica”. En
estos cinco capítulos, del total de 12, se agrupa el 75% de las opiniones.
Por otra parte, en 33 lineamientos, el 11% del total, se aglutinó
el 67% de las propuestas, siendo los lineamientos: 162, que trata la
eliminación de la libreta de abastecimientos, el 61 y 62 sobre la política de
precios, el 262 acerca de la transportación de pasajeros, el 133 referente a la
educación, el 54 relativo a la unificación monetaria y el 143 asociado a la
calidad de los servicios de salud, los que motivaron una mayor cantidad de proposiciones.
La libreta de abastecimientos y su eliminación fue, sin dudas, el
asunto que provocó más intervenciones de los participantes en el debate y es
lógico que así fuese; dos generaciones de cubanos han pasado su vida bajo este
sistema de racionamiento que, a pesar de su nocivo carácter igualitarista,
brindó durante décadas a todos los ciudadanos el acceso a alimentos básicos a
precios irrisorios, altamente subsidiados.
Este instrumento de distribución, si bien fue introducido en los
años 60 con una vocación igualitaria en momentos de escasez, para proteger a
nuestro pueblo de la especulación y el acaparamiento con fines de lucro por
parte de unos pocos, se ha venido convirtiendo, con el decursar de los años, en
una carga insoportable para la economía y en un desestímulo al trabajo, además
de generar ilegalidades diversas en la sociedad.
Como la libreta está diseñada para cubrir a los más de 11 millones
de cubanos por igual, no faltan ejemplos absurdos como que el café normado se
abastece hasta a los recién nacidos. Lo mismo pasaba con los cigarros hasta
septiembre del 2010 que se surtía sin distinguir a fumadores y no fumadores,
propiciando el crecimiento de este dañino hábito en la población.
En este sensible tema el abanico de opiniones es muy amplio, desde
quienes sugieren suprimirla de inmediato hasta aquellos que se oponen
enfáticamente a su eliminación y proponen normarlo todo, incluyendo los
artículos industriales. Otros opinan que para combatir el acaparamiento y
garantizar el acceso de todos a los alimentos básicos, debería, en una primera
etapa, mantenerse la cuota normada, aunque los precios dejen de subsidiarse.
No pocos
recomiendan privar de la libreta a los que no estudien o trabajen, o aconsejan
que los ciudadanos con mayor ingreso voluntariamente prescindan de este
sistema.
Ciertamente la canasta familiar normada, justificada en
circunstancias históricas concretas, al haberse mantenido durante tanto tiempo,
contradice en su esencia el principio de la distribución que debe caracterizar
al socialismo, o sea, “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su
trabajo” y esta situación debe ser superada.
Al respecto, considero propicio recordar lo planteado por el
compañero Fidel en el Informe Central al Primer Congreso del Partido el 17 de
diciembre de 1975, cito: “En la conducción de nuestra economía hemos adolecido
indudablemente de errores de idealismo y en ocasiones hemos desconocido la
realidad de que existen leyes económicas objetivas a las cuales debemos
atenernos”. Fin de la cita.
El problema que enfrentamos no es de concepto, radica en cómo,
cuándo y con qué gradualidad lo haremos. La supresión de la libreta no
constituye un fin en sí mismo, ni puede verse como una decisión aislada, sino
como una de las principales medidas que será imprescindible aplicar para
erradicar las profundas distorsiones existentes en el funcionamiento de la
economía y la sociedad en su conjunto.
A nadie en su sano juicio en la dirección de este país se le puede
ocurrir decretar de golpe la eliminación de ese sistema, sin previamente crear
las condiciones para ello, lo que se traduce en realizar otras transformaciones
del Modelo Económico en aras de incrementar la eficiencia y la productividad
del trabajo, de modo que se puedan garantizar con estabilidad niveles de
producción y oferta de los productos y servicios básicos a precios no
subsidiados y a la vez accesibles a todos los ciudadanos.
Este asunto, lógicamente, guarda estrecha relación con los precios
y la unificación monetaria, los salarios y el fenómeno de la “pirámide
invertida”, que como se aclaró en el Parlamento el pasado 18 de diciembre, se
expresa en la no correspondencia de la retribución salarial con la jerarquía e
importancia de la labor desempeñada, problemáticas que se reflejaron en alta
proporción en los planteamientos realizados.
En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio para las
“terapias de choque” en contra de los más necesitados y que son,
tradicionalmente, los que apoyan a la Revolución con mayor firmeza, a
diferencia de los paquetes de medidas que se emplean con frecuencia por mandato
del Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones económicas
internacionales en detrimento de los pueblos del Tercer Mundo e incluso, en los
últimos tiempos, en las naciones más desarrolladas, donde se reprimen con
violencia las manifestaciones populares y estudiantiles.
La Revolución no dejará a ningún cubano desamparado y el sistema
de atención social se está reorganizando para asegurar el sostenimiento
diferenciado y racional de aquellos que realmente lo requieran. En lugar de subsidiar
masivamente productos, como hacemos ahora, se pasará progresivamente al apoyo
de personas sin otro sostén.
Este principio conserva total vigencia en el reordenamiento de la
fuerza laboral, ya en marcha, para reducir las plantillas infladas en el sector
estatal, bajo estricta observancia de la idoneidad demostrada, proceso que continuará adelante, sin prisas, pero
sin pausa y su ritmo estará determinado por nuestra capacidad de ir creando las
condiciones requeridas para su total despliegue.
A ello deberá contribuir, entre otros factores, la ampliación y
flexibilización del trabajo en el sector no estatal. Esta forma de empleo, a la
que se han acogido algo más de 200 mil cubanos de octubre del pasado año a la
fecha, duplicándose la cantidad de trabajadores por cuenta propia, constituye
una alternativa laboral amparada en la legislación vigente y por tanto, debe
contar con el apoyo, respaldo y protección de las autoridades, a todos los
niveles, al tiempo que se exija, con el rigor que demanda la ley, el estricto
cumplimiento de sus obligaciones, incluyendo las tributarias.
El incremento del sector no estatal de la economía, lejos de
significar una supuesta privatización de la propiedad social, como afirman
algunos teóricos, está llamado a convertirse en un factor facilitador para la
construcción del socialismo en Cuba, ya que permitirá al Estado concentrarse en
la elevación de la eficiencia de los medios fundamentales de producción,
propiedad de todo el pueblo y desprenderse de la administración de actividades
no estratégicas para el país.
Ello, por otra parte, favorecerá que el Estado continúe asegurando
a toda la población por igual y de manera gratuita, los servicios de Salud y
Educación, protegerlos de forma adecuada mediante los sistemas de Seguridad y
Asistencia Social, promover la cultura física y el deporte en todas sus
manifestaciones y defender la identidad y la conservación del patrimonio
cultural y la riqueza artística, científica e histórica de la nación.
El Estado Socialista tendrá entonces mayores posibilidades de
hacer realidad el pensamiento martiano que preside a nuestra Constitución: “Yo
quiero que la Ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la
dignidad plena del hombre”.
Corresponde al Estado defender la soberanía e independencia
nacional, valores que enorgullecen a los cubanos y continuar garantizando el
orden público y la seguridad ciudadana que distinguen a Cuba por ser uno de los
países más seguros y tranquilos del mundo, sin narcotráfico ni crimen
organizado, sin niños o adultos mendigos, sin trabajo infantil, sin cargas de
caballería contra los trabajadores, estudiantes u otros sectores de la
población, sin ejecuciones extrajudiciales, cárceles clandestinas ni torturas,
a pesar de las campañas que sin prueba alguna constantemente se orquestan
contra nosotros, ignorando con marcada intención que todas esas realidades son,
en primer lugar, derechos humanos fundamentales, a los que ni siquiera se puede
aspirar por la mayoría de los habitantes del planeta.
Ahora bien, para poder garantizar todas esas conquistas del
socialismo sin retroceder en su calidad y alcance, los programas sociales deben
caracterizarse por una mayor racionalidad, de manera que con gastos menores se
obtengan resultados superiores y sostenibles en el futuro y que además guarden
una adecuada correlación con la situación económica general de la nación.
Como se aprecia en los Lineamientos, estas ideas tampoco están
reñidas con la importancia que otorgamos a la separación precisa del papel que
corresponde jugar en la economía a los organismos estatales, por una parte, y a
las empresas por la otra, asunto que por décadas se ha visto plagado de
confusiones e improvisaciones y que estamos obligados a solucionar a mediano
plazo en el marco del perfeccionamiento y fortalecimiento de la
institucionalidad.
La comprensión plena de estos conceptos nos permitirá avanzar con
solidez y sin retrocesos en la paulatina descentralización de facultades, desde
el Gobierno Central hacia las administraciones locales y desde los ministerios
y otras entidades nacionales en favor de la autonomía creciente de la empresa
estatal socialista.
El modelo excesivamente centralizado que caracteriza actualmente
nuestra economía deberá transitar, con orden y disciplina y con la
participación de los trabajadores, hacia un sistema descentralizado, en el que
primará la planificación, como rasgo socialista de dirección, pero no ignorará
las tendencias presentes en el mercado, lo que contribuirá a la flexibilidad y
permanente actualización del plan.
La experiencia práctica nos ha enseñado que el exceso de
centralización conspira contra el desarrollo de la iniciativa en la sociedad y
en toda la cadena productiva, donde los cuadros se acostumbraron a que todo se
decidiera “arriba” y en consecuencia, dejaban de sentirse responsabilizados con
los resultados de la organización que dirigían.
Nuestros empresarios, salvo excepciones, se acomodaron a la
tranquilidad y seguridad de la “espera” y desarrollaron alergia por el riesgo
que entraña la acción de adoptar decisiones, o lo que es lo mismo: acertar o
equivocarse.
Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada definitivamente
para desatar los nudos que atenazan al desarrollo de las fuerzas productivas.
Es una tarea de importancia estratégica y no es casual que esté recogida, de
una u otra manera, en los 24 lineamientos del capítulo PRIMERO, “Modelo de
Gestión Económica”.
En esta materia no podemos admitir improvisaciones o
apresuramientos. Para descentralizar y cambiar la mentalidad, es requisito
obligado elaborar el marco regulatorio que defina con claridad las facultades y
funciones de cada eslabón, desde la nación a la base, acompañadas
invariablemente por los procedimientos de control contable, financiero y
administrativo.
Ya se viene avanzando en esta dirección. Desde hace casi dos años
se iniciaron los estudios para perfeccionar el funcionamiento, así como la
estructura y composición de los órganos de Gobierno en los diferentes niveles
de dirección, obteniéndose como resultado la puesta en vigor del Reglamento del
Consejo de Ministros, la reorganización del sistema de trabajo con los cuadros
del Estado y el Gobierno, la introducción de procedimientos de planificación de
las actividades principales, el establecimiento de las bases organizativas para
disponer de un sistema de información del Gobierno, efectivo y oportuno, con su
infraestructura de infocomunicaciones y la creación, con carácter experimental,
bajo una nueva concepción funcional y estructural, de las provincias Mayabeque
y Artemisa.
Para comenzar a descentralizar facultades, deberá rescatarse por
parte de los cuadros estatales y empresariales, el notorio papel que
corresponde jugar al contrato en la economía, tal y como se expresa en el
lineamiento número 10. Ello también contribuirá a restablecer la disciplina y
el orden en los cobros y pagos, asignatura con calificaciones insatisfactorias
en buena parte de nuestra economía.
Como subproducto no menos importante, el uso adecuado del contrato
como herramienta reguladora de las interrelaciones entre los diferentes actores
económicos, devendrá un efectivo antídoto contra el extendido hábito del
“reunionismo”, o lo que es lo mismo, el exceso de reuniones, chequeos y otras
actividades colectivas, frecuentemente presididas por un nivel superior y con
la asistencia improductiva de numerosos participantes, para hacer cumplir lo
que las dos partes de un contrato han firmado como deberes y derechos y que por
falta de exigencia nunca han reclamado su cumplimiento ante las instancias que
el propio documento contractual estableció.
Al respecto cabe destacar las 19 opiniones, en 9 provincias, que
reclamaron la necesidad de disminuir a lo imprescindible el número de reuniones
y su duración. Este tema lo retomaré más adelante, cuando aborde el
funcionamiento del Partido.
Estamos convencidos de que la tarea que tenemos por delante en
este y en los demás asuntos vinculados a la actualización del Modelo Económico,
está llena de complejidades e interrelaciones que tocan, en mayor o menor
medida, todas las facetas de la sociedad en su conjunto y por ello sabemos que
no es una cuestión a resolver en un día, ni siquiera en un año y que demandará
por lo menos un quinquenio desplegar su implementación con la armonía e
integralidad requeridas y cuando esto se logre, es necesario no detenernos
jamás y trabajar en su perfeccionamiento de manera permanente para estar en
condiciones de superar los nuevos retos que el desarrollo nos vaya dictando.
Se podría afirmar, haciendo un
símil, que cada cierto tiempo, en la medida que se modifique el escenario, el
país debe confeccionarse un traje a su medida.
No nos hacemos ilusiones de que los Lineamientos y las medidas
para la implementación del Modelo Económico, por sí solas constituirán el
remedio universal para todos nuestros males. Se requerirá a la par elevar a
planos superiores la sensibilidad política, el sentido común, la intransigencia
ante las violaciones y la disciplina de todos, en primer lugar de los cuadros
de dirección.
Lo anterior ha quedado evidenciado fehacientemente en las
deficiencias presentadas en la instrumentación, en meses recientes, de algunas
medidas puntuales, no complejas ni de gran envergadura, a causa de los
obstáculos burocráticos y la falta de previsión de los órganos locales de
gobierno, manifestados en la ampliación del trabajo por cuenta propia.
No es ocioso reiterar que nuestros cuadros tienen que habituarse a
trabajar con los documentos rectores que emiten los órganos facultados y
abandonar el irresponsable vicio de engavetarlos. La vida nos ha aleccionado
que no basta con promulgar una buena norma jurídica, con independencia de que
se trate de una ley o una sencilla resolución. Es preciso además, preparar a
los encargados de ejecutarlas, supervisarlos y comprobar el dominio práctico de
lo establecido. Recuérdese que no hay peor ley que aquella que no se cumple o
no se hace cumplir.
El sistema de escuelas del Partido a nivel de provincia y nación,
en paralelo a la obligada reorientación de sus propios programas, jugará un
papel protagónico en la preparación y recalificación continua en estas materias
de los cuadros partidistas, administrativos y empresariales con el concurso de
las instituciones especializadas del sector de la educación y la valiosa
contribución de los afiliados a la Asociación Nacional de Economistas y
Contadores, tal y como ha quedado demostrado durante el debate de los
Lineamientos.
Al propio tiempo, con el propósito de jerarquizar apropiadamente
la introducción de los cambios requeridos, el Buró Político acordó proponer al
Congreso la constitución de una Comisión Permanente del Gobierno para la
Implementación y Desarrollo, subordinada al Presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, la cual, sin menoscabo de las funciones que corresponden
a los respectivos Organismos de la Administración Central del Estado, tendrá la
responsabilidad de controlar, verificar y coordinar las acciones de todos los
involucrados en esta actividad, así como proponer la incorporación de nuevos
lineamientos, lo que será imprescindible en el futuro.
En este sentido hemos considerado conveniente recordar la
orientación que el compañero Fidel incluyó en su Informe Central al Primer
Congreso del Partido, hace ya casi 36 años, acerca del Sistema de Dirección de
la Economía, que entonces nos proponíamos implantar y que por nuestra falta de
sistematicidad, control y exigencia se malogró, cito: “Que los dirigentes del
Partido y sobre todo los del Estado hagan cosa propia y asunto de honor su
implantación, tomen conciencia de su importancia vital y de la necesidad de
luchar con todo su esfuerzo por aplicarlo consecuentemente, siempre bajo la
dirección de la Comisión Nacional creada al efecto [...], y concluía: “[...]
divulgar ampliamente el sistema, sus principios y sus mecanismos a través de
una literatura al alcance de las masas, para que sea un asunto que dominen los
trabajadores. El éxito del sistema dependerá en medida decisiva del dominio del
mismo que tengan los trabajadores”. Fin de la cita.
No me cansaré de repetir que en esta Revolución todo está dicho y
la mejor muestra de ello son las ideas de Fidel que ha venido publicando el
periódico Granma, Órgano Oficial del Partido, a lo largo de estos últimos años.
Lo que aprobemos en este Congreso no puede sufrir la misma suerte
que los acuerdos de los anteriores, casi todos olvidados sin haberse cumplido.
Lo que acordemos en esta y en futuras ocasiones debe constituir una guía para
la conducta y la acción de los militantes y dirigentes del Partido y, para
garantizar su materialización, refrendarse en los instrumentos jurídicos que
corresponda dictar a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el Consejo de
Estado o el Gobierno, según sean sus facultades legislativas, de acuerdo con la
Constitución.
Es saludable aclarar, para evitar interpretaciones erróneas, que
los acuerdos de los congresos y de otros órganos de dirección partidista no se
convierten por sí mismos en leyes, sino que son orientaciones de carácter
político y moral, que compete al Gobierno, que es quien administra, regular su
aplicación.
Por esta razón, la Comisión Permanente de Implementación y
Desarrollo incluirá un Subgrupo Jurídico compuesto por especialistas de alta
calificación, el cual coordinará con los organismos correspondientes, en
estricto apego a la institucionalidad, las modificaciones requeridas en el
plano legal para acompañar la actualización del Modelo Económico y Social,
simplificando y armonizando el contenido de cientos de resoluciones
ministeriales, acuerdos del Gobierno, decretos-leyes y leyes y consecuentemente
proponer, en su debido momento, la introducción de los ajustes pertinentes en
la propia Constitución de la República.
Sin esperar a tenerlo todo elaborado, se encuentran en fase
avanzada las normativas jurídicas asociadas a la compraventa de viviendas y de
automóviles, la modificación del Decreto-Ley 259 para ampliar los límites de
tierra ociosa a entregar en usufructo a aquellos productores agropecuarios con
resultados destacados, así como el otorgamiento de créditos a los trabajadores
por cuenta propia y a la población en general.
Igualmente, consideramos conveniente proponer al Congreso que el
futuro Comité Central incluya, como primer punto, en todos sus plenos, que
deberán celebrarse no menos de dos veces al año, un informe del estado de la
implementación de los acuerdos adoptados en este evento acerca de la
actualización del Modelo Económico y como segundo, el análisis sobre el cumplimiento
del plan de la economía, ya sea del primer semestre o del año en cuestión.
Asimismo recomendaremos a la Asamblea Nacional del Poder Popular,
emplear un proceder semejante en sus sesiones ordinarias, con el propósito de
potenciar el protagonismo inherente a su condición de órgano supremo del poder
del Estado.
Partiendo de la profunda convicción de que nada de lo que hacemos
es perfecto y que lo que pareciera serlo hoy, no lo será mañana frente a nuevas
circunstancias, los órganos superiores del Partido y del Poder Estatal y
Gubernamental deben mantener una sistemática y estrecha vigilancia sobre este
proceso y ser capaces de introducir oportunamente los ajustes apropiados para
corregir efectos negativos.
Se trata, compañeras y compañeros, de estar alertas, poner los
pies y los oídos sobre la tierra y cuando surja un problema práctico, en
cualquier esfera o lugar, los cuadros en los distintos niveles actúen con
prontitud e intencionalidad y no volvamos a dejarle al tiempo su solución, pues
por experiencia propia conocemos, que lo único que sucede es que se complica
todavía más.
Del mismo modo, debemos cultivar y preservar la interrelación
incesante con las masas, despojada de todo formalismo, para retroalimentarnos
eficazmente de sus preocupaciones e insatisfacciones y que sean precisamente
ellas quienes indiquen el ritmo de los cambios que deban introducirse.
La atención a incomprensiones recientes, asociadas a la
reorganización de algunos servicios básicos, demuestra que cuando el Partido y
el Gobierno, cada uno cumpliendo su rol, con métodos y estilos distintos,
actúan con rapidez y armonía atendiendo las preocupaciones de la población y le
razonan a ésta con claridad y sencillez, se logra el respaldo a la medida y se
fomenta la confianza del pueblo en sus dirigentes.
En la consecución de este empeño la prensa cubana, en sus
diferentes formatos, está llamada a jugar un papel decisivo con el
esclarecimiento y difusión objetiva, constante y crítica de la marcha de la
actualización del Modelo Económico, de modo que con artículos y trabajos
sagaces y concretos, en un lenguaje accesible para todos, se vaya fomentando en
el país una cultura sobre estos temas.
En este frente se requiere también dejar atrás, definitivamente,
el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la
actualidad nacional y generar materiales escritos y programas de televisión y
radio, que por su contenido y estilo capturen la atención y estimulen el debate
en la opinión pública, lo que supone elevar la profesionalidad y los conocimientos
de nuestros periodistas; si bien es cierto que, a pesar de los acuerdos
adoptados por el Partido sobre la política informativa, en la mayoría de las
veces ellos no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto
frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en
cuestión. La suma de estos factores explica la difusión, en no pocas ocasiones,
de materiales aburridos, improvisados y superficiales.
No menos importante será el aporte que nuestros medios de difusión
masiva deben propiciar a favor de la cultura nacional y de la recuperación de
valores cívicos en la sociedad.
Pasando a otro asunto vital, que guarda una relación muy estrecha
con la actualización del Modelo Económico y Social del país y que debe ayudar a
su materialización; nos proponemos celebrar una Conferencia Nacional del
Partido, para llegar a conclusiones respecto a las modificaciones de sus
métodos y estilo de trabajo, con el objetivo de concretar en su actuar, para
hoy y siempre, el contenido del artículo 5 de la Constitución de la República
donde se establece que la organización partidista es la vanguardia organizada
de la nación cubana y fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado.
Inicialmente habíamos concebido
convocar esta Conferencia para diciembre de 2011, sin embargo, teniendo en
cuenta las complicaciones propias del último mes del año y la conveniencia de
contar con una prudente reserva de tiempo para puntualizar detalles,
proyectamos realizar ese evento a finales de enero de 2012.
Ya el pasado 18 de diciembre expliqué ante el Parlamento, que
debido a las deficiencias presentadas por los órganos administrativos del
Gobierno en el cumplimiento de sus funciones, el Partido durante años se vio
involucrado en tareas que no le corresponden, limitando y comprometiendo su
papel.
Estamos convencidos de que lo único que puede hacer fracasar a la
Revolución y el socialismo en Cuba, poniendo en riesgo el futuro de la nación,
es nuestra incapacidad para superar los errores que hemos cometido durante más
de 50 años y los nuevos en que pudiéramos incurrir.
Lo primero que debemos hacer para enmendar un error es reconocerlo
conscientemente en toda su dimensión y el hecho real es que, a pesar de que
desde los primeros años de la Revolución Fidel diferenció con claridad los
papeles del Partido y el Estado, no fuimos consecuentes en el cumplimiento de
sus instrucciones y nos dejamos llevar por las urgencias y la improvisación.
Qué mejor ejemplo que lo expresado
por el líder de la Revolución en fecha tan temprana como el 26 de marzo de
1962, en comparecencia ante la radio y la televisión para explicar al pueblo
los métodos y el funcionamiento de las Organizaciones Revolucionarias
Integradas (ORI), que antecedieron al Partido, cuando dijo:
“[...] el Partido dirige, dirige a
través de todo el Partido y dirige a través de la administración pública. Un
funcionario tiene que tener autoridad. Un ministro tiene que tener autoridad,
un administrador tiene que tener
autoridad, discutir todo lo que sea necesario con el Consejo Técnico Asesor
(hoy Consejo de Dirección), discutir con las masas obreras, discutir con el
núcleo, pero decide el administrador, porque la responsabilidad es suya [...]“.
Fin de la cita. Esa orientación se
impartió hace 49 años.
Existen
conceptos muy bien definidos y que en esencia conservan plena validez para
alcanzar el éxito en esta dirección, con independencia del tiempo transcurrido
desde que Lenin los formulara, hace ya casi 100 años, los cuales deben ser
nuevamente retomados, de acuerdo con las características y experiencia de
nuestro país.
En 1973, en el marco del proceso preparatorio del Primer Congreso,
quedó definido que el Partido dirige y controla a través de vías y métodos que
le son propios y que se diferencian de las vías, métodos y recursos de que
dispone el Estado para ejercer su autoridad. Las directivas, resoluciones y
disposiciones del Partido no poseen directamente carácter jurídico obligatorio
para todos los ciudadanos, debiendo ser cumplidas tan solo por sus militantes a
conciencia, pues para ello no dispone de ningún aparato de fuerza y coerción.
Esta es una diferencia importante del papel y los métodos del Partido y del
Estado.
El poder del Partido descansa básicamente en su autoridad moral,
en la influencia que ejerce sobre las masas y en la confianza que el pueblo
deposita en él. La acción del Partido se fundamenta, ante todo, en el
convencimiento que emana de sus actos y de la justeza de su línea política.
El poder del Estado parte de su autoridad material, que consiste
en la fuerza de las instituciones encargadas de exigir a todos cumplir las
normas jurídicas que emite.
El daño que provoca la confusión en estos conceptos, se expresa,
en primer lugar, en el debilitamiento del trabajo político que debe realizar el
Partido, y en segundo lugar, en el deterioro de la autoridad del Estado y el
Gobierno, pues los funcionarios dejan de sentirse responsables de sus
decisiones.
Se trata, compañeras y compañeros, de despojar para siempre al
Partido de todas las actividades no propias de su carácter de organización
política, en pocas palabras, liberarse de funciones administrativas y
dedicarnos cada quien a lo que nos toca.
Muy vinculadas con estas concepciones erróneas están las
deficiencias en la política de Cuadros del Partido, la cual también deberá ser
objeto de análisis por la citada Conferencia Nacional. No pocas lecciones
amargas nos han legado los desaciertos sufridos en este ámbito a causa de la
falta de rigor y visión que
abrieron brechas a la promoción acelerada de cuadros inexpertos e inmaduros a
golpe de simulación y oportunismo, actitudes alimentadas también por el erróneo
concepto de que para ocupar un cargo de dirección se exigía, como requisito
tácito, militar en el Partido o la Juventud Comunista.
Esta práctica hay que abandonarla resueltamente y, salvo para las
responsabilidades propias de las organizaciones políticas, la militancia no
debe significar una condición vinculante al desempeño de puesto de dirección
alguno en el Gobierno o el Estado, sino la preparación para ejercerlos y la
disposición de reconocer como suyos la política y el Programa del Partido.
Los dirigentes no surgen de escuelas ni del amiguismo favorecedor,
se hacen en la base, desempeñando la profesión que estudiaron, en contacto con
los trabajadores y deben ascender gradualmente a fuerza del liderazgo que sólo
otorga ser ejemplo en el sacrificio y los resultados.
En este sentido, considero que la dirección del Partido, a todos
los niveles, debe hacerse una severa autocrítica y adoptar las medidas necesarias
para evitar la reaparición de tales tendencias. Ello, a su vez, es aplicable a
la insuficiente sistematicidad y voluntad política para asegurar la promoción a
cargos decisorios de mujeres, negros, mestizos y jóvenes, sobre la base del
mérito y las condiciones personales.
No haber resuelto este último problema en más de medio siglo es
una verdadera vergüenza, que cargaremos en nuestras conciencias durante muchos
años, porque sencillamente no hemos sido consecuentes con las incontables
orientaciones que desde los primeros días del triunfo revolucionario y a lo
largo de los años nos impartió el compañero Fidel, porque además la solución de
esta desproporción formó parte de los acuerdos adoptados por el trascendental
Primer Congreso del Partido y los cuatro que le sucedieron y no aseguramos su
cumplimiento.
Asuntos como estos, que definen el futuro, jamás deberán volverse
a guiar por la espontaneidad, sino por la previsión y la más firme
intencionalidad política de preservar y perfeccionar el socialismo en Cuba.
A pesar de que no dejamos de hacer varios intentos para promover
jóvenes a cargos principales, la vida demostró que no siempre las selecciones
fueron acertadas. Hoy afrontamos las consecuencias de no contar con una reserva
de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para
asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el
Gobierno, cuestión que debemos solucionar paulatinamente, a lo largo del
quinquenio, sin precipitaciones ni improvisaciones, pero empezar tan pronto
como concluya el Congreso.
A esto contribuirá, además, el fortalecimiento del espíritu
democrático y el carácter colectivo del funcionamiento de los órganos de
dirección del Partido y del poder estatal y gubernamental, al tiempo que se
garantice el rejuvenecimiento sistemático en toda la cadena de cargos
administrativos y partidistas, desde la base hasta los compañeros que ocupan
las principales responsabilidades, sin excluir al actual Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros ni al Primer Secretario del Comité Central
que resulte electo en este Congreso.
Al respecto, hemos arribado a la conclusión de que resulta
recomendable limitar, a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años,
el desempeño de los cargos políticos y estatales fundamentales. Ello es posible
y necesario en las actuales circunstancias, bien distintas a las de las
primeras décadas de la Revolución, aún no consolidada y por demás sometida a
constantes amenazas y agresiones.
El reforzamiento sistemático de nuestra institucionalidad, será a
la vez condición y garantía imprescindible para que esta política de renovación
de los cuadros jamás ponga en riesgo la continuidad del socialismo en Cuba.
En esta esfera estamos empezando con
un primer paso, al reducir sustancialmente la nomenclatura de los cargos de
dirección, que correspondía aprobar a las instancias municipales, provinciales
y nacionales del Partido y delegar a los dirigentes ministeriales y
empresariales facultades para el nombramiento, sustitución y aplicación de
medidas disciplinarias a gran parte de los jefes subordinados, asistidos por
las respectivas comisiones de cuadros, en las cuales el Partido está
representado y opina, pero las preside el dirigente administrativo, que es
quien decide. La opinión de la organización partidista es valiosa, pero el
factor que determina es el jefe, ya que debemos preservar y potenciar su
autoridad, en armonía con el Partido.
En cuanto a la vida interna, tema que del mismo modo remitimos al
análisis de la Conferencia, pensamos que debemos meditar en los efectos
contraproducentes de viejos hábitos que nada tienen que ver con el papel de
vanguardia de la organización en la sociedad, entre ellos la superficialidad y
formalismo con que se desarrolla el trabajo político-ideológico, la utilización
de métodos y términos anticuados que no toman en cuenta el nivel de instrucción
de los militantes, la realización de reuniones excesivamente extensas y con
frecuencia dentro de la jornada laboral, que debe ser sagrada, en primer lugar
para los comunistas; con agendas muchas veces inflexibles indicadas por el
organismo superior, sin diferenciar el escenario en que se desarrolla la vida
de los militantes, las frecuentes convocatorias a actividades conmemorativas
formales, con discursos más formales todavía, y la organización de trabajos
voluntarios en los días de descanso sin contenido real ni la debida
coordinación, generando gastos y difundiendo el disgusto y la apatía entre
nuestros compañeros.
Estos criterios son aplicables también a la emulación, movimiento
que con los años fue perdiendo su esencia movilizadora de los colectivos
obreros, al transformarse en un mecanismo alternativo de distribución de
estímulos morales y materiales, no siempre justificados con resultados
concretos y que en no pocas ocasiones generó fraudes en la información.
La Conferencia deberá además, considerar las relaciones del
Partido con la Unión de Jóvenes Comunistas y las organizaciones de masas para
despojarlas de esquematismos y rutinas y que todas rescaten su razón de ser,
adecuada a las condiciones actuales.
En síntesis, compañeras y compañeros, la Conferencia Nacional se
centrará en potenciar el papel del Partido, como máximo exponente de la defensa
de los intereses del pueblo cubano.
Para alcanzar esta meta se hace imprescindible cambiar la
mentalidad, dejar de lado el formalismo y la fanfarria en las ideas y las
acciones, o lo que es lo mismo, desterrar el inmovilismo fundamentado en dogmas
y consignas vacías para llegar a las esencias más profundas de las cosas, como
brillantemente demuestran en la obra de teatro “Abracadabra” los niños de la
compañía “La Colmenita”.
Sólo así el Partido Comunista de Cuba podrá estar en condiciones
de ser, para todos los tiempos, el digno heredero de la autoridad y la
confianza ilimitada del pueblo en la Revolución y en su único Comandante en
Jefe, el compañero Fidel Castro Ruz, cuyo aporte moral y liderazgo indiscutible
no dependen de cargo alguno y que desde su condición de soldado de las ideas no
ha cesado de luchar y contribuir, con sus esclarecedoras reflexiones y otras
acciones, a la causa revolucionaria y a la defensa de la Humanidad frente a los
peligros que la amenazan.
A propósito de la situación internacional, dedicaremos algunos
minutos a valorar la coyuntura existente en el planeta.
La salida de la crisis económica global que afecta a todas las
naciones no se vislumbra por su carácter sistémico. Los remedios aplicados por
los poderosos se han dirigido a proteger a las instituciones y prácticas que le
dieron origen y a descargar el terrible peso de las consecuencias sobre los
trabajadores en sus propios territorios y en particular en los países
subdesarrollados. La espiral de precios de los alimentos y del petróleo empuja a
cientos de millones de personas a la pobreza extrema.
Los efectos del cambio climático son ya devastadores y la falta de
voluntad política de las naciones industrializadas impide adoptar las acciones
urgentes e imprescindibles para prevenir la catástrofe.
Vivimos en un mundo convulso en el que se suceden desastres
naturales como los terremotos de Haití, Chile y Japón, al tiempo que Estados
Unidos libra guerras de conquista en Iraq y Afganistán, que han costado más de
un millón de civiles muertos.
Movimientos populares en países árabes se rebelan contra gobiernos
corruptos y opresores, aliados de los Estados Unidos y la Unión Europea. El
lamentable conflicto en Libia, nación sometida a una brutal intervención
militar de la OTAN, ha servido otra vez de pretexto a esa organización para
exceder sus límites defensivos originales y expandir a escala global las
amenazas y acciones bélicas en resguardo de intereses geoestratégicos y el
acceso al petróleo. El imperialismo y las fuerzas reaccionarias internas
conspiran para desestabilizar otros países, mientras Israel oprime y masacra al
pueblo palestino con total impunidad.
Los Estados Unidos y la OTAN incluyen en sus doctrinas el
intervencionismo agresivo contra los países del Tercer Mundo para saquear sus
recursos, imponen a las Naciones Unidas el doble rasero y utilizan de forma
cada vez más concertada los poderosos consorcios mediáticos para ocultar o
tergiversar los hechos, según convenga a los centros de poder mundial, en una
farsa hipócrita destinada a engañar a la opinión pública.
En medio de su compleja situación económica, nuestro país mantiene
la cooperación con 101 naciones del Tercer Mundo. En Haití, el personal médico
cubano, tras cumplir 12 años de intenso trabajo salvando vidas, enfrenta desde
enero del 2010, junto a colaboradores de otros países, las secuelas del sismo y
la posterior epidemia de cólera con entrega admirable.
A la Revolución Bolivariana y al compañero Hugo Chávez Frías le
expresamos la más resuelta solidaridad y compromiso, conscientes de la
importancia del proceso que vive el hermano pueblo venezolano para Nuestra
América, en el Bicentenario de su independencia.
Igualmente compartimos los anhelos de los movimientos
transformadores en varios países latinoamericanos, encabezados por prestigiosos
líderes que representan los intereses de las mayorías oprimidas.
Proseguiremos contribuyendo a los procesos integracionistas de la
Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), la Unión del
Sur (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
que prepara la celebración en Caracas de su cumbre inicial en julio del presente
año, el hecho institucional de mayor trascendencia en nuestro hemisferio
durante el último siglo, pues por vez primera nos agrupamos por nosotros mismos
todos los países al sur del Río Bravo.
Nos alientan esta América Latina y el Caribe, cada vez más unidos
e independientes, cuya solidaridad agradecemos.
Continuaremos abogando por el Derecho Internacional y respaldamos
el principio de igualdad soberana de los Estados y el derecho a la libre
determinación de los pueblos. Rechazamos el uso de la fuerza, la agresión, las
guerras de conquista, el despojo de los recursos naturales y la explotación del
hombre.
Condenamos el terrorismo en todas sus formas, en particular el
terrorismo de Estado. Defenderemos la paz y el desarrollo para todos los
pueblos y lucharemos por el futuro de la Humanidad.
El gobierno norteamericano no ha cambiado su política tradicional
dirigida a desacreditar y derrocar a la Revolución, por el contrario, ha
continuado el financiamiento de proyectos para promover directamente la subversión,
provocar la desestabilización e interferir en nuestros asuntos internos. La
actual administración ha decidido algunas medidas positivas, pero sumamente
limitadas.
El bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos
contra Cuba persiste e incluso se intensifica bajo la actual presidencia, en
particular en las transacciones bancarias, ignorando la condena casi unánime de
la comunidad internacional que se ha venido pronunciando crecientemente por su
eliminación durante 19 años consecutivos.
Aunque al parecer, como quedó evidenciado en la reciente visita al
Palacio de La Moneda en Santiago de Chile, a los gobernantes de Estados Unidos
no les agrada remitirse a la historia al tratar el presente y el futuro; es
preciso significar que el bloqueo contra Cuba no es una cuestión del pasado,
por lo que nos vemos en la obligación de recordar el contenido de un memorando
secreto, desclasificado en 1991, del Subsecretario Adjunto de Estado para los
asuntos interamericanos, Lester D. Mallory, el 6 de abril de 1960, cito:
“La mayoría de los cubanos apoyan a
Castro [...] No existe una oposición política efectiva [...] El único medio
posible para hacerle perder el apoyo interno [al gobierno] es provocar el
desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria
[...] Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para
debilitar la vida económica [...] negándole a Cuba dinero y suministros con el
fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre,
desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Fin de la cita.
Observen la
fecha del memorando, 6 de abril de 1960, casi un año exacto antes de la
invasión por Playa Girón.
El memorando en cuestión no surgió por iniciativa de ese
funcionario, sino que se enmarcaba en la política de derrocar a la Revolución,
al igual que el “Programa de Acción Encubierta contra el régimen de Castro”,
aprobado por el presidente Eisenhower el 17 de marzo de 1960, 20 días antes que
el memorando citado, utilizando todos los medios disponibles, desde la creación
de una oposición unificada, la guerra sicológica, acciones clandestinas de
inteligencia y la preparación en terceros países de fuerzas paramilitares
capaces de invadir a la isla.
Los Estados Unidos estimularon el terrorismo en las ciudades y ese
mismo año, antes de Playa Girón, fomentaron la creación de bandas
contrarrevolucionarias armadas, abastecidas por aire y mar, que cometieron
saqueos y asesinatos de campesinos, obreros y jóvenes alfabetizadores hasta su
aniquilación definitiva en 1965.
Los cubanos nunca olvidaremos los 3
mil 478 muertos y 2 mil 99 incapacitados que han sido víctimas de la política
de terrorismo de Estado.
Ha pasado medio siglo de privaciones y sufrimientos para nuestro
pueblo, que ha sabido resistir y defender su Revolución y que no está dispuesto
a rendirse ni a mancillar la memoria de los caídos, en los últimos 150 años,
desde el comienzo de nuestras luchas por la independencia.
El gobierno norteamericano no ha cesado de amparar o proteger a connotados
terroristas, mientras prolonga el sufrimiento y la injusta prisión de los Cinco
heroicos luchadores antiterroristas cubanos.
Su política hacia Cuba no tiene credibilidad ni sustento moral
alguno. Para tratar de justificarla, se esgrimen pretextos increíbles que, al
volverse obsoletos, van cambiando según la conveniencia de Washington.
Al gobierno de Estados Unidos no debería quedarle ninguna duda de
que la Revolución Cubana saldrá fortalecida de este Congreso. Si desean seguir
aferrados a su política de hostilidad, bloqueo y subversión, estamos preparados
para continuar enfrentándola.
Reiteramos la disposición al diálogo y asumiremos el desafío de
sostener una relación normal con Estados Unidos, en la que podamos convivir de
manera civilizada con nuestras diferencias, sobre la base del respeto mutuo y
la no injerencia en los asuntos internos.
Al mismo tiempo, mantendremos de manera permanente la prioridad a
la defensa, siguiendo las instrucciones del compañero Fidel, en su Informe
Central al Primer Congreso cuando manifestó, cito: “Mientras exista el
imperialismo, el Partido, el Estado y el pueblo, les prestarán a los servicios
de la defensa la máxima atención. La guardia revolucionaria no se descuidará
jamás. La historia enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan este
principio no sobreviven al error”.
En el escenario actual y previsible, conserva total vigencia la
concepción estratégica de la “Guerra de Todo el Pueblo”, la cual se enriquece y
perfecciona de modo constante. Su sistema de mando y dirección se ha visto
fortalecido, incrementando las capacidades para reaccionar ante las diferentes
situaciones excepcionales previstas.
La envergadura defensiva del país adquirió una dimensión superior,
tanto en el plano cualitativo como cuantitativo. Partiendo de los recursos
propios disponibles, se elevó el estado técnico y de mantenimiento, así como de
conservación del armamento y se prosiguió el esfuerzo en la producción y
especialmente la modernización de la técnica militar, teniendo en cuenta sus
prohibitivos precios en el mercado mundial. En esta esfera es justo reconocer
el aporte de decenas de instituciones, civiles y militares, que demostraron las
enormes potencialidades científicas, tecnológicas y productivas que ha creado
la Revolución.
El grado de preparación del territorio nacional, como teatro de
operaciones militares, se ha acrecentado significativamente, el armamento
fundamental se encuentra protegido al igual que una parte importante de las
tropas, de los órganos de dirección, así como la población.
Se ha establecido la infraestructura de comunicaciones que asegura
el funcionamiento estable del mando a los diferentes niveles. Se elevaron las
reservas materiales de todo tipo, con mayor escalonamiento y protección.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias,
o lo que es lo mismo, el pueblo uniformado, deberán continuar su permanente perfeccionamiento
y preservar ante la sociedad la autoridad y prestigio conquistados por su
disciplina y orden en la defensa del pueblo y el socialismo.
Abordaremos ahora otro asunto de la actualidad, no menos
significativo.
El Partido debe estar convencido de que más allá de los
requerimientos materiales y aun de los culturales, existe en nuestro pueblo
diversidad de conceptos e ideas sobre sus propias necesidades espirituales.
Múltiples son los pensamientos en esta temática del Héroe Nacional
José Martí, hombre que sintetizaba esa conjunción de espiritualidad y
sentimiento revolucionario.
Sobre este tema Fidel se expresaba tempranamente, en 1954 desde el
presidio, evocando al mártir del Moncada Renato Guitart, cito: “La vida física
es efímera, pasa inexorablemente, como han pasado las de tantas y tantas
generaciones de hombres, como pasará en breve la de cada uno de nosotros.
Esa verdad
debiera enseñar a todos los seres humanos que por encima de ellos están los
valores inmortales del espíritu.¿Qué sentido tiene aquélla sin éstos? ¿Qué es
entonces vivir? ¡Cómo podrán morir los que por comprenderlo así, la sacrifican
generosamente al bien y a la justicia!”.
Estos valores han estado siempre presentes en su pensamiento, y
así lo reiteró en 1971 al reunirse con un grupo de sacerdotes católicos en
Santiago de Chile: cito: “Yo les digo que hay diez mil veces más coincidencias
del cristianismo con el comunismo que las que puede haber con el capitalismo”.
A esta idea regresará al dirigirse a los miembros de las iglesias
cristianas en Jamaica en 1977; cuando dijo: “Hay que trabajar juntos para que
cuando la idea política triunfe, la idea religiosa no esté apartada, no
aparezca como enemiga de los cambios. No existen contradicciones entre los
propósitos de la religión y los propósitos del socialismo”. Fin de la cita.
La unidad entre la doctrina y el pensamiento revolucionario con
relación a la fe y a los creyentes tiene su raíz en los fundamentos mismos de
la nación, que afirmando su carácter laico propugnaba como principio
irrenunciable la unión de la espiritualidad con la Patria que nos legara el
Padre Félix Varela y los enunciados pedagógicos de José de la Luz y Caballero,
quien fue categórico al señalar: “Antes quisiera, no digo yo que se desplomaran
las instituciones de los hombres -reyes y emperadores-, los astros mismos del
firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de justicia, ese sol
del mundo moral”.
En 1991, el IV Congreso del Partido acordó modificar la
interpretación de los estatutos que limitaba el ingreso a la organización de
los revolucionarios creyentes.
La justeza de esta decisión fue confirmada por el papel que
desempeñaron los líderes y representantes de las diversas instituciones
religiosas en las distintas facetas del quehacer nacional, incluyendo la lucha
por el regreso del niño Elián a la Patria, en la que se destacó en especial el
Consejo de Iglesias de Cuba.
No obstante, se hace necesario continuar eliminando cualquier
prejuicio que impida hermanar en la virtud y en la defensa de nuestra
Revolución a todas y a todos los cubanos, creyentes o no, a los que forman
parte de las iglesias cristianas, entre las que se incluyen la católica, las
ortodoxas rusa y griega, las evangélicas y protestantes; al igual que de las
religiones cubanas de origen africano, las comunidades espiritistas, judías,
islámica, budista y las asociaciones fraternales, entre otras. Para cada una de
ellas la Revolución ha tenido gestos de aprecio y concordia.
El inolvidable Cintio Vitier, ese extraordinario poeta y escritor,
quien fuera diputado de nuestra Asamblea Nacional, con las fuerzas de la pluma
y su ética martiana, cristiana y profundamente revolucionaria, nos legó
advertencias para el presente y la posteridad que debemos recordar.
Escribió Cintio: “Lo que está en peligro, lo sabemos, es la nación
misma. La nación ya es inseparable de la Revolución que desde el 10 de octubre
de 1868 la constituye, y no tiene otra alternativa: o es independiente o deja
de ser en absoluto.
“Si la Revolución fuera derrotada, caeríamos en el vacío histórico
que el enemigo nos desea y nos prepara, que hasta lo más elemental del pueblo
olfatea como abismo”.
Continúa Cintio:
“A la derrota puede llegarse, lo
sabemos, por la intervención del bloqueo, el desgaste interno, y las
tentaciones impuestas por la nueva situación hegemónica del mundo”.
Después de
afirmar que: “estamos en el momento más difícil de nuestra historia” sentenció:
“obligada a batirse con la insensatez del mundo al que fatalmente pertenece,
amenazada siempre por las secuelas de oscuras lacras seculares, implacablemente
hostilizada por la nación más poderosa del planeta, víctima también de torpezas
importadas o autóctonas que nunca en la historia se cometen impunemente,
nuestra pequeña isla se aprieta y se dilata, sístole y diástole, como un
destello de esperanza para sí y para todos”. Fin de la cita.
Debemos referirnos al proceso recientemente concluido de
excarcelación de presos contrarrevolucionarios, de aquellos que en tiempos
difíciles y angustiosos para la Patria han conspirado contra ella al servicio
de una potencia extranjera.
Por decisión soberana de nuestro Gobierno fueron liberados, sin
haber cumplido totalmente sus sanciones. Pudimos hacerlo de manera directa y
atribuirnos el mérito cierto de que lo decidíamos considerando la fortaleza de
la Revolución, sin embargo lo efectuamos en el marco de un diálogo de respeto
mutuo, lealtad y transparencia con la alta jerarquía de la iglesia católica,
que contribuyó con su labor humanitaria a que esta acción concluyera en armonía
y cuyos laureles, en todo caso, corresponden a esa institución religiosa.
Los representantes de esta Iglesia manifestaron sus puntos de
vista, no siempre coincidentes con los nuestros, pero sí constructivos. Esa es
al menos nuestra apreciación, luego de largas conversaciones con el Cardenal
Jaime Ortega y el Presidente de la Conferencia Episcopal Monseñor Dionisio
García.
Con esta acción hemos favorecido la consolidación del más precioso
legado de nuestra historia y del proceso revolucionario: la unidad de la
nación.
Asimismo, debemos recordar la
contribución del anterior Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de
España, Miguel Ángel Moratinos, quien brindó facilidades a la labor humanitaria
de la iglesia, de manera que aquellos que manifestaron ese deseo o aceptaron la
idea, viajaran al exterior en unión de sus familiares. Otros decidieron
permanecer en Cuba.
Hemos soportado pacientemente las implacables campañas de
desprestigio en materia de derechos humanos, concertadas desde Estados Unidos y
varios países de la Unión Europea, que nos exigen nada menos que la rendición
incondicional y el desmontaje inmediato de nuestro régimen socialista y
alientan, orientan y ayudan a los mercenarios internos a desacatar la ley.
Al respecto, es necesario aclarar que lo que nunca haremos es
negarle al pueblo el derecho a defender a su Revolución, puesto que la defensa
de la independencia, de las conquistas del socialismo y de nuestras plazas y
calles, seguirá siendo el primer deber de todos los patriotas cubanos.
Nos esperan días y años de intenso trabajo y de enorme
responsabilidad para preservar y desarrollar, sobre bases firmes y
sustentables, el futuro socialista e independiente de la Patria.
Hasta aquí el Informe Central al VI Congreso.
Muchas Gracias.
Artigo revisado em : 21/01/2012